¡Ah, Dios!
¿Dónde están mis dones?
Y en este fuego que me consume...
¿mis virtudes?
¿Dónde quedó mi lumbre
que escupe la pluma
que incendiaba las antorchas de mi raza?
Y mi raza...
¿no quedó ciega? ¡Justo ahí...
donde son devorados por sus demonios!
¡Dios, habla por mi raza!
¡Otorga en dones una pluma
a cada hijo de la patria!