Más después de aquél Sol negro
en el mismo día y
bajo una Luna nueva
fue nuestro concilio en medio de
aquél bacanal y aquelarre
siniestro...
En el jardín fastuoso,
junto al laberinto de Étheron
auténticamente etéreo
auténticamente cierto,
a la orilla de un lago
que está en medio de la isla
por la que nunca se pagó.
A juicio de estos eran invisibles
y llenos de poderes,
más sus pensamientos eran
a nuestros oídos como la brisa nocturna
y nuestra presencia ante ellos
era como un espacio vacío
en el que no soportaban estar.
Así jugaron en sus metamorfosis
monstruos burlones
que invitaron a chamanes
para devorarlos y a aprendices
de magos y brujas a quienes
pedían hechizos para salvar sus
vidas.
Aquelarre de brujas
buscando celosas la supremacía
de un reinado muy breve,
encuentro de magos con el
conocimiento de la magia antigua...
hijos de Janes y Jambres,
orgías absurdas de humanos...
y muertos vivientes.
Era una fiesta que empezó
bajo la orden de la séptima de siete
con la burla de empezarla
a la hora novena...
Una fiesta de cofradías
antiguas, de hermandades
de intenciones y destinos...
cuyos símbolos son llaves,
calaveras, ángeles caídos y
un número... el 666.
Y el padre de ellos
era como un ángel de luz
lleno de sabiduría y poder
satisfecho y realizado...
más era entre ellos
el más torpe y
lleno de frustraciones.
Más como un homenaje
a su hijo era la fiesta de iniciación
de seiscientos sesenta y seis
humanos muertos en vida...
Sus bautizos eran pactos eternos
firmados con su sangre
sobre sus propias almas
por el defecto próximo
del destello de la vanidad:
los deseos del sentir,
del tener y del ser.
Así conocimos sus libros:
Necrotetatrón y Omnitrón,
cuyo lenguaje es el de los
muertos y el de los
ángeles caídos y cuya lectura
es en voz baja y en voz alta...
de noche y de día...
con humanos y muertos
y con espíritus y demonios.
los cuales buscan la eternidad
y el poder de la gloria.
Y sin desearlo de cierto
nos dieron a saber
el secreto de sus saludos,
el código de sus miradas,
el lenguaje de sus pensamientos
el símbolo dentro
de sus joyas y tatuajes.
Escuchamos todos los lenguajes
del mundo, y entre ellos
aunque no conocían el lenguaje
se entendían sin dudar.
Y de aquí en adelante
no habrá más que tres aquelarres:
el de la asunción,
el de los cardenales
y el del Armagedón.
Y su destino al que van todos ellos
es la perdición eterna.
Más aunque sus vidas
siempre estuvieron
en nuestras manos
el Maestro no nos permitió tomarlas
y el Oráculo nos llamó a los 23
al despuntar el alba.
Y nos pidió no ocultarlo en códigos
ni en misterios...
porque el tiempo del fin
de todas las cosas está cerca.
Publicado en Facebook, el Sábado 15 de Julio de 2017, a las 4:57 h.